¡En esta Navidad, cristianos de todos los países, arrodillémonos! |
En
la noche en la que todas las estrellas prestan su luz al astro de Oriente, en
las catedrales y en las chozas convertidas en capillas, en las basílicas y en
los templos destechados, en las iglesias recién estrenadas y en los santuarios
cuyos muros aún muestran las heridas frescas o las cicatrices empolvadas de
una guerra; en plena luz de luna o a
escondidas... (porque hasta a algún
Estado se le ha ocurrido, en un arrebato de imaginación recaudativa, cobrar una
multa de diez dólares al ciudadano que cometa la criminal barbaridad de
celebrar la Navidad)..., numerosos cristianos de los cinco continentes se
arrodillarán durante la misa de Nochebuena en el momento de la recitación del
Credo al alcanzar las palabras: “...y
por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen, y se hizo hombre...”
Será
una ola ininterrumpida de veinticuatro horas, orquestada por la batuta
infalible y precisa de los husos horarios del planeta. Primero los cristianos de Islas Midway, en
Samoa, después Hawaii, y sucesivamente: Alaska, Arizona, Ciudad de México,
Caracas, Monrovia, Dublín, Roma, Madrid, Sarajevo, El Cairo, Jerusalén,
Calcuta, Seúl..., para terminar en las
islas Fiji.
Un
globo que se cimbrará a causa de tantas rodillas que hincarán el suelo, o la
piedra fría, o la arena, o el mármol, o el cojín, o la hojarasca...
Hincar significa
“introducir o clavar una cosa en otra, apoyar una cosa en otra como para
clavarla”. El Poema del Mío Cid,
al aludir a uno de los momentos más dramáticos del protagonista, cuando es
desterrado injustamente por su rey, apostilla:
“...e hincándose de hinojos, de corazón rezaba”. En algunas naciones donde se habla el español
se utiliza más el verbo “hincarse” que “arrodillarse”.
Pero hoy las
rodillas de ese niño serán aún muy frágiles.
Necesitará los cuidados de una madre que con el tiempo le enseñe a
arrodillarse, a hincarse. Necesitará
fuerzas en esas rodillas que, pese a todo, de camino al Calvario, tropezarán,
sangrantes, tres veces.
¡En esta Navidad,
cristianos de todos los países, arrodillémonos!